-J.M. Buendía, que la tiene podría..., J.M. Buendía, podrío
lo tiene, ¿el qué? el pene...
Yo, que aún no poseía ese magnífico aparato que te permite
abstraerte felizmente de la realidad (llamémosle mp3, discman, o incluso
anticuado walkman si lo preferís), tuve que escuchar la canción todo el
trayecto. Creedme, la primera media hora fue fascinante, incluso movía los pies
al compás de la melodía, pero cuando llevas casi dos horas encerrada en el Opel
aquel que teníamos, deseé que el sistema anti-apertura de las puertas traseras
impuesto a los niños se desbloqueara para tirarme a la carretera...
Finalmente, llegamos a nuestro destino. Dos besos a todos, y
directos a tomar un pequeño aperitivo, ya que la hora de comer estaba próxima.
No recuerdo nada de lo que pasó durante mi Al fondo hay sitio y la
ingestión de alimentos en el restaurante.
Lo que sí recuerdo fue lo que ocurrió cuando dimos un paseo
para bajar la comida...
Me fui directa a la mujer del amigo de mi padre y le dije,
así, tal cual, sin venir a cuento:
-J.M. Buendía, que la tiene podría..., J.M. Buendía, podrío
lo tiene, ¿el qué? el pene...
Todos se quedaron a cuadros, y luego, como son buena gente,
a carcajada limpia, después de unos instantes de tensión.
Mi padre tuvo que explicar que él había sido el único y
verdadero culpable de mis soeces cánticos, impropios de una niña de ocho o
nueve años, ya que nadie le creyó (porque todos le conocemos) cuando repuso,
primeramente:
http://alfondohaysitio.net/ |
-¡Ay, estos niños! Hay qué ver lo que se inventan, ¿eh?
No, papá, no coló. Eso te pasa por ser tan pesao... encima
quería dejarme mal a mí, ¿os dais cuenta?
Lo mejor fue la respuesta que el mismo protagonista de la
canción contestó para quitarle hierro al asunto:
-¿Que la tengo podría? ¡Jajajaja! De tanto tiempo que llevo
sin meterla, ¿eh, cariño?
J.M. Buendía y mi padre, tal para cual. Ahora, la más
avergonzada era su mujer. Pobre... cada vez que me acuerdo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario